Roberto Martín Asenjo, del Servicio de Cardiología del Hospital 12 de Octubre, es uno de los autores de la carta publicada en el American Journal of Emergency Medicine acerca del infarto agudo de miocardio y la COVID-19 en función de factores como la edad o el género.
La pandemia ha llevado a retrasar, en muchos hospitales, los procedimientos electivos y a mayores restricciones en los procedimientos invasivos. Uno de los datos más llamativos es el descenso del 40% en el número de pacientes con infarto de miocardio con elevación del segmento ST, sobre todo porque los eventos cardiovasculares suelen aumentar con las infecciones respiratorias. Los autores de la carta apuntan varias razones: la inactividad física por el confinamiento, el rechazo de los pacientes a acudir al hospital por miedo al contagio, la atribución de síntomas cardiacos a la COVID-19, retrasos en el diagnóstico que imposibilitan el beneficio de la reperfusión precoz o el fallecimiento por causas cardiacas antes de la asistencia médica. Entre los pacientes con infarto, las mujeres y las personas de edad avanzada se suele asociar con un mayor retraso en el acceso a la atención médica.
Los autores recogen datos de 11 hospitales de la Comunidad de Madrid que atienden el infarto de miocardio y analizan la influencia de la edad y el género, comparando los datos durante las primeras semanas de la pandemia con datos de semanas anteriores a la declaración de la misma. Durante la pandemia, el número de pacientes se redujo en un 23%, pero únicamente en el género masculino, y la edad media tampoco fue significativa. La razón del género pueda estar en la mayor mortalidad de hombres a causa de la COVID-19, lo que les lleve a renunciar a acudir a la asistencia médica en presencia de dolor en el pecho. Aunque la COVID-19 está afectando de forma importante a personas mayores, la reducción de pacientes con infarto parece más asociada con decisiones de los pacientes que con razones médicas o deficiencias del sistema asistencial.
Equipo Biblioteca H12O